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Vuelvo a recorrer las sendas del amor,
las mismas que en tiempos idos anduve,
caminos de fuego y de luna,
donde la pasión se desató sin medida.
Y en cada paso que doy,
resuena el eco de aquellos besos y caricias,
las palabras susurradas al oído,
que encendían el fuego de nuestras almas.
El tiempo ha pasado, ha dejado su huella,
pero en mi corazón, el amor permanece,
una llama ardiente que nunca se apaga,
un lazo eterno que jamás se desvanece.
En el jardín de mis recuerdos,
florecen las rosas que plantamos juntos,
sus pétalos guardan el aroma de aquellos días,
cuando éramos dos amantes en un solo cuerpo.
A veces, en las noches de silencio,
te busco entre las sombras del pasado,
tu voz se mece en la brisa del recuerdo,
y el viento trae susurros de un amor apasionado.
Pero sé que ya no estás, que te has ido,
que nuestros caminos se separaron,
pero siempre, en mi corazón, estarás presente,
como una estrella brillando en lo más alto.
Poema 21, testigo de nuestro amor fugaz,
sigue latiendo en los versos que escribo,
en cada palabra, en cada verso,
te encuentro y te llevo conmigo.
Pablo Neruda, poeta del amor y la pasión,
en tus versos encuentro consuelo y razón,
y aunque ya no estés aquí para escribirlos,
tu legado vive en cada corazón.
Así, con la pluma y la inspiración,
rindo homenaje a tu inmortal creación,
y en este Poema 21, trato de emular,
la esencia y la magia que supiste plasmar.